Este lunes, Rusia ejecutó uno de los ataques más intensos y prolongados desde el inicio de la guerra en Ucrania, impactando 15 de los 24 óblasts del país. Con un uso masivo de misiles y drones kamikaze iraníes Shahed, el ataque causó la muerte de cuatro personas en diversas regiones y dejó decenas de heridos, además de provocar significativos daños en infraestructuras eléctricas críticas.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, denunció que Rusia utilizó alrededor de un centenar de drones y un número similar de misiles en un ataque que se extendió por cerca de 12 horas. Zelenski acusó a Rusia de atacar infraestructuras civiles y reiteró la necesidad de que sus aliados occidentales le permitan utilizar misiles de largo alcance para responder con mayor eficacia.
El objetivo principal del ataque fue nuevamente el sistema energético ucraniano, golpeando instalaciones en Kiev, Leópolis y Zaporiyia. Aunque en algunos casos, como en una presa al norte de Kiev, los daños fueron limitados, el ataque ha forzado la implementación de cortes de electricidad de emergencia en varias regiones, complicando los esfuerzos de Ucrania por restaurar su capacidad de generación antes del invierno.
Este bombardeo masivo es el noveno de este tipo desde marzo, y representa un golpe significativo a la infraestructura ucraniana en un momento crítico. La intensidad del ataque, que incluyó el uso de misiles de crucero, balísticos e hipersónicos Kinzhal, y múltiples oleadas de drones, subraya la escalada del conflicto y la vulnerabilidad del sistema energético ucraniano ante los continuos asaltos rusos.