Las maratonianas negociaciones para alcanzar un consenso histórico entre los 194 países de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para prevenir y luchar contra futuras pandemias entraron el viernes en su recta final en la ciudad suiza de Ginebra, sin garantías de un acuerdo.
Este viernes es la fecha límite para un acuerdo que establezca un marco sobre la prevención de nuevas pandemias que especifique criterios sobre la prevención y la respuesta, tras dos años de discusiones, incentivadas por los millones de muertos y los inmensos perjuicios económicos de la pandemia del covid-19.
Pero este recuerdo doloroso se empieza a difuminar y deja su lugar a profundas divergencias todavía sin resolver sobre qué implica prevenir y combatir las pandemias.
No obstante, el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, confía en tener un acuerdo listo para su aprobación formal en la reunión anual que se celebrará entre el 27 de mayo y el 1 de junio en Ginebra.
«Me siento alentado por el hecho de que los 194 Estados miembros están firmemente implicados en finalizar el acuerdo a tiempo para la Asamblea Mundial de la Salud», afirmó el miércoles.
«Trabajan muchas horas para encontrar un terreno de encuentro, con buena fe», agregó.
La última línea
Los negociadores se dieron quince días adicionales para un acuerdo y trabajan en ello desde el 29 de abril en la sede de la OMS.
Las oenegés que siguen las conversaciones se inquietan de que la voluntad de mostrar resultados acabe imponiéndose a la necesidad de obtener un acuerdo que implique progresos reales.
Pese a que es improbable que se llegue a un consenso sobre todos los artículos del borrador, los países han invertido mucho tiempo en el proceso y quieren tener algo concreto.
«Nosotros les decimos: no se dejen presionar para ceder en equidad porque tienen que llegar a un acuerdo», explicó K. M. Gopakumar, investigador principal de la oenegé Third World Network.
El proyecto de texto planteó dar acceso a la OMS en tiempo real al 20% de la producción de productos necesarios en caso de una pandemia, como las vacunas.
Algunos países proponen que sea al menos un 20% y los países occidentales, que habitualmente son los productores de estos bienes, quisieran fijar el límite en un 20% y no más.
Para llegar a un consenso los países están debatiendo cada uno de los 37 artículos del borrador por turnos y los negociadores de los distintos países están divididos en grupos de trabajo.
Pedro Villardi, coordinador de equidad de la federación Internacional de Servicios Públicos (PSI), que agrupa a sindicatos de trabajadores, destacó que el personal sanitario que está en primera línea debe estar debidamente protegido por este convenio.
De lo contrario, «las vidas de los trabajadores a los que representamos como PSI seguirán estando en peligro», defendió.
Para Villardi resulta «escandaloso» que sea tan difícil incluir una referencia a la salud mental de los trabajadores de la salud.
Profundas divergencias
Los principales puntos de discordia giran en torno al acceso a los agentes patógenos detectados y a los productos para luchar contra una pandemia, como las vacunas, y una distribución equitativa de las pruebas, tratamientos y vacunas, y los medios para producirlos.
Desde Sudáfrica, Lauren Paremoer, académica de la Universidad de Ciudad del Cabo y representante de la red de organizaciones de países en desarrollo People’s Health Movement, destacó que en la última pandemia, África quedó muy «marginada» del acceso a vacunas y otros productos médicos.
«El tratado, tal y como está redactado, no corrige nada de esto», afirmó y señaló que gran parte del apartado sobre transferencia de tecnología a los países en desarrollo no es vinculante.
El texto «impone a los países africanos nuevas obligaciones en materia de vigilancia (de patógenos), sin ninguna promesa clara sobre la financiación», agregó.